viernes, 4 de marzo de 2011

Corales en peligro

El futuro de los corales no es tan hermoso y brillante como las múltiples formas y colores de esas estructuras pétreas, simbiosis de pólipos y algas, si no se adoptan medidas urgentes para protegerlos de los cambios climáticos, la contaminación y la pesca excesiva. Sólo 25 por ciento de las comunidades coralinas del Caribe está en buen estado, según se conoció durante un Simposio Internacional sobre Arrecifes de Coral, efectuado a mediados del mes de julio de este año, en Fort Lauderdale, a 50 kilómetros al norte de Miami. Este evento reunió a unos 2.500 científicos, expertos y funcionarios gubernamentales de 114 países.
 

El futuro de los corales no es tan hermoso y brillante como las múltiples formas y colores de esas estructuras pétreas, simbiosis de pólipos y algas, si no se adoptan medidas urgentes para protegerlos de los cambios climáticos, la contaminación y la pesca excesiva.

El 2008 fue designado como Año Internacional de los Arrecifes de Coral, según una resolución aprobada por los miembros de la Iniciativa Internacional sobre Arrecifes de Coral (ICRI), durante un encuentro sostenido en Cozumel, México, en octubre de 2006. El acuerdo, firmado por 17 países y 30 organizaciones, lo respaldan, además, tres importantes Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) ambientalistas: las españolas WWF/Adena y Nature Conservancy y la norteamericana Conservación Internacional. Pero hasta la fecha nada para evitar su destrucción a dado resultados notorios.

Los corales marinos son animales coloniales pertenecientes al filo Cnidaria, clase Anthozoa. Las colonias están formadas por miles de individuos zooides y pueden alcanzar grandes dimensiones.
El término coral no tiene ningún significado taxonómico y es poco preciso; suele usarse para designar los antozoos que generan un esqueleto calcáreo duro, especialmente los que construyen colonias ramificadas; pero también es común denominar coral a especies con colonias compactas (coral "cerebro") e incluso con esqueleto córneo y flexible, como las gorgonias.
El segundo arrecife coralino más grande del mundo, el Arrecife Mesoamericano a lo largo de la costa de México, Belice, Guatemala y Honduras, se encuentra en el mar Caribe, extendiéndose por más de 700 km desde la península de Yucatán hasta las Islas de la Bahía en la costa norte de Honduras. Aún cuando mide un tercio de lo que mide la Gran barrera de coral, Gran Barrera Arrecifal de Australia, el Arrecife del Caribe Mesoamericano alberga una gran diversidad de seres, incluyendo 60 tipos de corales y más de 500 especies de peces.

En 1998, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) identificó al arrecife del caribe mesoamericano como un ecosistema prioritario y una eco-región de importancia global, por lo que comenzó un esfuerzo de conservación del arrecife a largo plazo.

Situación en Quintana Roo
Nuestros corales en la zona del Estado de Quintana Roo, se distribuyen en ecosistemas y se encuentran amenazados por dos tipos de causas: naturales y antrópicas (hombre como origen). En las primeras cabe destacar los efectos de las olas generadas por los huracanes que azotan a esta zona del caribe mexicano. Son también afectados por los cambios bruscos de temperatura y la salinidad del agua, dos características ambientales clave y que afectan directamente a los animales en su conjunto, y la depredación por otros organismos tales como peces, caracoles y estrellas de mar, también perjudiciales para esta maravilla de animales acuáticos coloniales. En estos arrecifes se produce un crecimiento rápido de las algas que pueden matar a los corales al competir ambos entre sí por luz y espacio. Pero los corales han evolucionado durante millones de años para lograr adaptarse para mejorar su defensa frente a las causas naturales. Una muestra de estas adaptaciones son la alta fecundidad, la producción de nematocistos y extender sus pólipos sólo de noche; muy exitosas hasta el momento.

Desafortunadamente hay otras amenazas para las cuales no se han adaptado, los llamados efectos antropogénicos tales como la contaminación, la destrucción de los manglares, la erosión del suelo, la deforestación, la sobrepesca, la extracción indiscriminada, los excesos en el turismo marino y el cambio climático son algunos de los factores que podrían desestabilizar el ecosistema. La contaminación puede afectar de varias formas a los corales, dependiendo de cuál sea el contaminante en cuestión que se esté dando, así pues tenemos como ejemplo:

Estrés
El alza de las temperaturas, debido a los cambios climáticos, provoca el blanqueamiento del coral, un resultado de su respuesta al estrés, que los hace más débiles y frágiles frente a las enfermedades.

Sofoco
Cuando las aguas absorben cantidades crecientes de dióxido de carbono de la atmósfera, la acidez del agua del mar aumenta, lo cual origina un impacto negativo en la capacidad de las aguas residuales procedentes de la parte continental como resultados de malos manejos esta agua rica en potacio y nitrógeno llega a los mares e impulsa el crecimiento desmedido de algas, uno de los enemigos mortales del coral.

La deforestación también influye negativamente. Cuando los terrenos están despoblados de árboles, la tierra se desliza más fácilmente con la lluvia y se dirige a las aguas costeras. Esto hace que diminutas partículas de sedimento floten largo tiempo en el mar y bloqueen la luz solar que debe llegar a los corales y a los prados de algas para que estos sobrevivan.

Vulnerabilidad
La pesca submarina con arpón, por ejemplo, ocasiona perjuicios, al eliminar selectivamente especies de la cadena alimenticia de esos ecosistemas. Las anclas de los barcos mal usadas destruyen, en cuestión de segundos, siglos de crecimiento del coral e importantes comunidades de peces.

Nadadores y submarinistas descuidados que visitan los arrecifes causan daños al pararse sobre los corales o tocarlos. Algunos incluso arrancan pedazos pétreos o recogen esponjas y conchas para guardarlos como recuerdo, sin considerar que luego acaban descompuestos en las maletas de viaje.

Los derrames de petróleo perturban la tasa de crecimiento y los sistemas de reproducción de los corales. Los dispersantes utilizados después de un vertido de crudo sólo aumentan la amenaza y pueden hasta acabar con extensas comunidades coralinas.

La pesca de arrastre también contribuye a la destrucción de los corales. En estas condiciones son presa fácil de enfermedades, como la llamada banda blanca que ha diezmado la población de los corales tipo cuerno de ciervo y cuerno de alce.
Zonas de Jamaica, República Dominicana y México que han recibido fuertes impactos de huracanes en los últimos años, han perdido grandes comunidades de corales. Hay un desmejoramiento en la cobertura de esos ecosistemas a nivel global, pero el problema en el Caribe es que no hay las condiciones para que estos se recuperen.
Sólo 25 por ciento de las comunidades coralinas del Caribe está en buen estado, según se conoció durante un Simposio Internacional sobre Arrecifes de Coral, efectuado a mediados del mes de julio de este año, en Fort Lauderdale, a 50 kilómetros al norte de Miami. Este evento reunió a unos 2.500 científicos, expertos y funcionarios gubernamentales de 114 países.

Las principales fuentes contaminantes de las comunidades coralinas en esta zona del caribe mexicano son los vertimientos de aguas residuales sin control procedente de los asentamientos humanos, la erosión de los suelos y la pesca.

El incremento de sedimentos en las áreas costeras, donde se ha deforestado, hay construcciones de hoteles, urbanizaciones y carreteras, causa la mortalidad de los corales. Es muy difícil para los corales sobrevivir estas condiciones. Las aguas turbias evitan la penetración de luz a los corales, los cuales se sofocan, se enferman y como resultado mueren.

Los manglares mantienen la tierra firme y cuando estos son removidos se causa erosión, llevando así sedimentos a los arrecifes y causando la destrucción de éstos. Las agencias o personas que están a cargo de construcciones, o deforestación, deben hacer una investigación minuciosa de las consecuencias ambientales, antes de empezar dichos proyectos. Es importante conservar y proteger nuestros recursos naturales, ya que ellos tienen un valor económico importante tanto como para el presente como para el futuro.


Contaminación por petróleo
Los derrames de petróleo afectan la tasa de crecimiento y los sistemas de reproducción de los corales.
Este impacto se ve agravado por los dispersantes utilizados después de un derrame, ya que aumentan las amenazas y pueden hasta matarlos. Los escurrimientos de combustible de los barcos también les causa daño: en 1998, el barco Emily Cheremie destruyó más de 400 metros de arrecife frente a las costas de Quintana Roo. Tras describir la contaminación por petróleo, hay que destacar que cualquier sustancia que afecte la claridad del agua, como el exceso de sedimentación causada por los dragados de las costas y la erosión ocasionada por la deforestación, afectará a las zooxantelas y su habilidad de fotosintetizar. Las aguas usadas y fertilizantes aumentan la cantidad de materia orgánica y por tanto causan eutrificación en el agua. Esto estimula el crecimiento de las algas que asfixian a los pólipos al crecer más rápido que los corales, y compiten por espacio en el suelo marino con éstos. Los contaminantes por agentes químicos o biológicos pueden ser tóxicos y matan los corales. La descarga de aguas calientes de plantas generatrices de energía es tan letal como cualquier veneno ya que los corales están adaptados a las temperaturas estables del trópico.


Turismo
El crecimiento de la actividad turística ha dañado a los arrecifes con las descargas de aguas negras y la contaminación tóxica. Los barcos que tiran las anclas en los arrecifes o que encallan pueden destruir un coral de más de cien años de edad en cuestión de segundos, tirando basura o alterando el equilibrio de las comunidades al pescar demasiados peces y poner en peligro la capacidad reproductiva de las poblaciones. Algunas evidencias que nos muestran que los arrecifes pueden estar en peligro están siendo reportadas en los últimos años. La existencia de buzos descuidados, pueden tocar y romper el coral; los turistas son también responsables del enorme crecimiento del comercio de curiosidades marinas, en especial de especies amenazadas como el coral negro. Además de ser un hábitat insustituible, los arrecifes son rompeolas naturales que se auto reparan y protegen el litoral, sin costos para el hombre. Los arrecifes de coral proveen alimento y protección para un sinnúmero de criaturas marítimas, como erizos, tortugas de carey, cangrejos, langostas y un largo etcétera.

Alteraciones tanto naturales como realizadas por el hombre pueden afectar la compleja cadena alimenticia que se ha desarrollado alrededor del arrecife. Para poder enfrentar estos problemas y proteger a los arrecifes, debemos seguir actuando.

Cambio del clima global
La respuesta de estos ecosistemas ante el cambio climático se conoce como blanqueamiento del coral.
Cuando enfrentan un extremo y prolongado estrés por el calentamiento de las aguas tropicales, el coral expele las algas (zooxantelas) que viven en sus tejidos, con lo cual pierde su color natural y adquiere uno blancuzco; al perder su asociación con las algas, el coral muere. Se ha asociado esto a la mortalidad de muchas colonias de corales que en ocasiones parecen recuperarse naturalmente. La enfermedad de banda negra ha sido descrita como tejido necrótico que crece en los corales y parece ser causada por la cianobacteria Phormidium corallyticum. Este fenómeno se ha descrito en muchas áreas tropicales incluyendo el Caribe.
En sentido opuesto, los corales absorben el CO2 disuelto en el agua y lo incorporan a los arrecifes. De esta manera, contribuyen a reducir las acumulaciones de este compuesto en la atmósfera y disminuyen los riesgos del calentamiento global.

¿Cuál es la problemática actual?
• Las actividades humanas amenazan a 2/3 de los arrecifes de coral del Caribe, colocando a 1/3 en alto riesgo.
• Cerca de 9.000 km2 de los arrecifes coralinos están amenazados por el aumento de la sedimentación y de la contaminación relacionados con las actividades terrestres.
• El desarrollo de las zonas costeras, incluyendo la construcción, la escorrentía urbana, el desarrollo turístico y la descarga de aguas residuales amenaza a 1/3 de los arrecifes del Caribe.
• Las aguas residuales tratadas representan menos del 20% del total de las aguas residuales generadas en el Caribe.
• Sólo 1/4 de las plantas de tratamiento de las aguas residuales de los hoteles y centros turísticos se encuentran en buenas condiciones de funcionamiento.
• En 2006, 3/4, de las plantas de tratamiento operadas por hoteles y resorts no cumplían con los criterios de descarga de efluentes.
• En el Caribe, el consumo de agua diario por turista es de unos 300 litros/día, que es aproximadamente 3 veces la demanda per cápita de los consumidores domésticos.
• El desarrollo de las zonas costeras como resultado del crecimiento de la población y del turismo intensivo, junto con la pesca excesiva tienen amenazados a más del 80% de los arrecifes del Caribe.
• El 36% de los arrecifes de coral en la región se encuentran a menos de 2 km. de los asentamientos humanos.
• Los aumentos en la densidad poblacional de las zonas costeras dejan a los recursos de los arrecifes susceptibles a la explotación como medios de subsistencia y de sustento para los habitantes ribereños.
• La sobrepesca es la amenaza humana directa más generalizada para los arrecifes y pone en peligro al 60% de ellos.
• La sobrepesca representa la mayor amenaza para los arrecifes del Caribe Oriental, seguida por el desarrollo costero, la sedimentación y la contaminación.
• Durante las últimas décadas los arrecifes de coral del Caribe han evolucionado de un estado
dominado por corales hacia uno dominado por las algas.
• Las fuentes de contaminación marina, tales como la descarga de aguas residuales de los cruceros y otros navíos y las fugas y derrames de la infraestructura petrolera amenazan al 15% de los arrecifes de la región.
• En los últimos 20 años, el turismo de cruceros se ha cuadruplicado en todo el mundo, con el 58% de los pasajeros mundiales de cruceros ocupando la industria de cruceros del Caribe.
• Los buques de crucero típicos generan un promedio diario de 2.228 galones y 278,5 galones de aguas aceitosas de sentina y de basura respectivamente.
• El ancla de un crucero de línea puede arruinar hasta 200 km2 del fondo del océano por daño físico directo.
• La temperatura media del planeta ha aumentado en 6-8° centígrados en los últimos 100 años, dejando a los corales más susceptibles al blanqueamiento.
• Los arrecifes del Caribe aportan un valor económico agregado neto por concepto de bienes y servicios entre US$ 3,100 millones y $ 4,600 millones de dólares por concepto de las pesquerías, el turismo de buceo y protección costera.
• Anualmente, el turismo aporta un estimado de US$ 105.000 millones de dólares para la economía del Caribe.
• En por lo menos ocho países del Caribe, el turismo representa más del 30% del PIB.
• Las ganancias dejadas por turistas internacionales en el Caribe, ascendieron a US$ 25.500 millones de dólares en el 2000.
• En el año 2000, aproximadamente 3,6 millones de buceadores visitaron el Gran Caribe, lo que representa una cifra estimada de US$ 4.700 millones de dólares en gastos brutos.
• En el año 2000, los beneficios netos anuales del turismo de buceo en el Gran Caribe se estimaron en US$ 2.100 millones de dólares.
• Cerca de la mitad de todo el turismo de buceo en el Caribe se realiza en áreas marinas protegidas.
• Aproximadamente el 21% de las costas del Caribe están protegidas por arrecifes de coral.
• El beneficio anual de protección costera por los arrecifes sanos se estima entre US$ 740 millones y US$ 2,2 mil millones de dólares por año.
• En el Caribe Oriental, el 70% de las playas monitoreadas se erosionaron entre 1985 y 1995.
• En el 2050, del 10-20% de los actuales servicios de protección costera por el arrecife podrían perderse en más de 15.000 kilómetros de costa.
• El valor neto de la pérdida de beneficios por protección costera por los arrecifes podría oscilar entre US$ 140 - US$ 420 millones de dólares año, en los próximos 50 años.
• La degradación continuada de los arrecifes podría reducir los ingresos netos anuales derivados de la pesca en los arrecifes de coral entre US$ 95 millones - US$ 140 millones de dólares por año para el 2015.
• Los beneficios netos derivados del turismo, la pesca y la protección costera podrían reducirse debido a la degradación de los corales por un estimado de US$ 350 - US$ 870 millones de dólares por año.

Cómo podemos proteger el coral de una muerte segura
- Construir siempre detrás de la duna activa de la playa para evitar la erosión y que no lleguen sedimentos a los arrecifes cercanos.
- No construir hoteles, marinas y asentamientos humanos en lugares cercanos a los arrecifes coralinos para evitar riesgos de contaminación y de extracción de organismos.
- Proteger las lagunas costeras como cuencas receptoras de inundaciones (no rellenarlas). Estas lagunas pueden evitar o disminuir la llegada brusca y abundante de sedimentos y contaminantes a los arrecifes durante eventos extremos de precipitaciones u oleaje. El material de relleno puede pasar al mar durante dichos eventos extremos, o a largo plazo, con el incremento del nivel del mar.
- Cuidar la vegetación costera para evitar la erosión y no aumentar la llegada de sedimentos a los arrecifes cercanos.
- Dar prioridad a la reforestación de las orillas de los ríos y de las costas de manglares dañados pues puede realizarse de manera más expedita que la reforestación de amplias cuencas hidrográficas, y además constituyen las últimas fronteras de tierra-agua.
- No desviar cursos de agua (ríos, canales, arroyos, escorrentía) hacia lugares donde haya arrecifes cercanos.
- No verter aguas residuales o no tratadas de forma terciaria, en pozos del carso costero. Las aguas contaminadas o cargadas con nutrientes de nitrógeno y potasio pueden tener salidas submarinas en los arrecifes.
- Emplear artes de pesca no perjudiciales para el hábitat, cuotas pesqueras sostenibles, áreas protegidas de exclusión para recuperar recursos en declinación o agotados (como áreas de reproducción o cría, o de protección de adultos), vedas estacionales reproductivas, licencias de pesca limitadas, ajustadas a las capacidades estimadas y monitoreadas de los ecosistemas, y prohibir la pesca con escopeta submarina en áreas protegidas o de buceo turístico.
- No pescar en áreas de buceo turístico, o en zonas protegidas que por su categoría así lo necesiten.
- Regular y controlar fuertemente la exportación de peces ornamentales en áreas de buceo turístico y en áreas protegidas que por su categoría así lo establezcan.
- Controlar o prohibir (según proceda) la extracción, venta y exportación de artículos confeccionados con material proveniente de especies escasas, en peligro o amenazadas
- Prohibir el uso de guantes o zapatillas de buceo para evitar que se toquen o golpeen con las manos y los pies los corales u otros organismos del arrecife. Los turistas deben usar chaleco flotador para el snorkeling. Se recomienda en lo posible que no usen patas de rana o que estas sean de talón descubierto para evitar que se paren sobre esas estructuras marinas
- Ensayar medios para estimular la reproducción de especies herbívoras y controlar la proliferación de algas en los arrecifes. Ejemplo de ello pueden ser áreas de concentración artificial de erizos negros (Diadema antillarum) para facilitar la fecundación de los huevos liberados por estos al agua. Para eso pueden incluirse áreas protegidas y de buceo turístico. En el último caso los erizos concentrados podrían también librar a los arrecifes del exceso de algas, lo que aumentaría su belleza y desarrollo. El trabajo puede ser realizado por personal de las áreas y por voluntarios.
- Educar a los niños, adolescentes y tomadores de decisiones pertinentes sobre los valores, funciones y vulnerabilidad de los ecosistemas costeros, así como sobre el concepto de desarrollo sostenible.
- Evaluar y monitorear el estado de salud de los arrecifes y el impacto de las actividades económicas sobre estos ecosistemas para adoptar las medidas pertinentes.
- Desplegar urgentemente sistemas de boyas de amarre en los arrecifes coralinos frecuentados por turistas y por pescadores para evitar el destrozo de las anclas.
- Exigir el requisito del documento de Estudio de Impacto Ambiental para la aprobación de cualquier licencia de inversión que pueda dañar a los ecosistemas costeros y específicamente a los arrecifes.
- Lograr que las licencias ambientales no se den de forma puntual, sino dentro de un contexto integral de planeamiento estratégico dentro de la zona de influencia del sitio de emplazamiento de la obra.
- Cumplir los límites de carga de turistas buceadores de acuerdo con las regulaciones (menos de 4.000 buceadores/sitio/año, como precaución) y establecer una vigilancia sobre los resultados para decidir si se mantiene, aumenta o reduce la carga.
- Evitar senderos interpretativos, como se conciben en el medio terrestre, de modo que los visitantes no buceen reiteradamente a lo largo de las mismas rutas en un mismo sitio. Cada lugar debe ser visitado con recorridos diferentes para que no se produzcan “caminos” de arrecife muerto o deteriorado. No se pueden colocar rótulos submarinos, pues el intento de su lectura puede causar daños a los organismos cercanos. La información demostrativa debe darse al visitante antes de entrar al agua (por ejemplo, charla con video o diapositivas).
- Impedir el buceo cerca de corales blanqueados.


Autores:
Juan Acosta Giraldo Doctor en Ciencias Biológicas, Director del GRUPO Consultor DISAM.
Karla Lorena Gaytan Aguilar Arquitecta, Dirección de Catastro, Honorable Ayuntamiento de Solidaridad.
Gea Ubilla Ortiz Profesora, Presidente de Origen Quintana Roo AC.

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