sábado, 22 de octubre de 2011

Los cazadores furtivos son una plaga en Somalia

Tristan McConell, Mogadiscio (Somalia) | GlobalPost



Somalia empieza a reconocer los problemas que causa no tener leyes. Además de la crisis humanitaria que viven los somalíes, el país empieza a reconocer la falta de control sobre la salida de animales salvajes de sus fronteras. Si no se dan prisa, el país africano podría ver cómo algunas de sus especies más preciadas desaparecen.

Detrás de un recinto fortificado rodeado de sacos de arena cerca del aeropuerto de Mogadiscio, se encuentra un gran recinto cercado que, aunque parezca increíble, era el hogar de un par de cachorros de león rescatados de los traficantes a principios de este año.

Los dos cachorros fueron descubiertos a bordo de un barco en el puerto de Mogadiscio. Fueron trasladados y atendidos por los contratistas extranjeros en la ciudad devastada por la guerra hasta la semana pasada, cuando fueron trasladados finalmente a una reserva de animales en Sudáfrica.

Grumpy (malhumorado) y Scar (cicatriz), como fueron bautizados (el primero tiene mal temperamento y es propenso a morder a los visitantes y el segundo tiene una mancha en su frente), fueron encontrados y confiscados por las autoridades portuarias a finales de febrero.

Las autoridades creen que iban a ser enviados a la casa de un rico propietario de mascotas exóticas del Golfo Pérsico y su descubrimiento arroja luz sobre el botín oculto de la vida silvestre de Somalia y los recursos naturales del interior de este anárquico país.

“El contrabando de animales ha sido un problema desde la caída del estado somalí” explica el Osman Gedow Amir, presidente de la Organización de Desarrollo de la Agricultura Orgánica de Somalia. Este biogeógrafo formado en Alemania investiga la destrucción del medioambiente en Somalia después de 20 años de guerra.

“Mis estudios revelan la existencia de contrabando en todas las regiones de Somalia, con demandas provenientes de los Estados del Golfo y del Lejano Oriente”, dice, refiriéndose a un documento presentado a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturalezaen 2006. Los Estados del Golfo son los principales demandantes, apunta, pero Asia ocupa el segundo lugar.

Su investigación revela que más común que el contrabando de leones es el contrabando de pájaros de gran tamaño como es el caso de avutardas y rapaces, como buitres, así como de antílopes. Todos ellos se ofrecen como mascotas exóticas. La demanda procedente de Asia se centra más en los reptiles, incluyendo serpientes y camaleones.

Amir estima que a los precios actuales, Grumpy y Scar podrían valer unos 1.000 dólares cada uno. “Es un gran negocio”, comenta, y advierte que el contrabando está diezmando poblaciones y podría desembocar en la desaparición en la zona de algunas especies.

No se trata solamente de que los animales sufran.

“Se están exportando grandes cantidades de carbón a los Estados del Golfo”, explica Amir. “Estamos destruyendo nuestro ecosistema”

Un informe reciente de un equipo de investigadores de Naciones Unidas vigilando el embargo de armas en Somalia describe el comercio de carbón como el “oro negro” de Al Shabaab, un grupo insurgente islamista de Somalia, que se beneficia de este comercio.

“El carbón se extrae de las zonas agrícolas y de pastoreo, principalmente de bosques de acacias de zonas ribereñas entre los ríos Juba y Shabelle”, explica el informe. “Se empaqueta y se vende en sacos de un peso de 23 a 25 kilogramos cada uno; el carbón se ha convertido en la fuente más lucrativa de ingresos para Al Shabaab. Se estima que el 80 por ciento del carbón producido en Somalia se destina a la exportación”

El informe estima que los ingresos anuales de Al Shabaab derivados de la exportación de carbón desde el puerto de Kismayo ascienden a más de 15 millones de dólares - el resultado de la deforestación a gran escala y de la destrucción del hábitat animal (y también humano).

En un discurso en Mogadiscio en agosto, el Primer Ministro de Somalia, Mohamed Ali Abdiweli culpó a la hambruna que afecta a su país de la anarquía y de la “degradación medioambiental”.

Pero, como apunta Amir, “para proteger la vida salvaje necesitas un Estado y que se refuercen las leyes; sin eso, no puedes hacer nada”.  Somalia no tiene, lo que hace que Grumpy y Scar sean especialmente afortunados y que su historia sea aún más edificante.

Con sus patas enormes, orejas peludas y oscuras manchas en las piernas, los cachorros se convirtieron en una atracción en el campamento gestionado por Bancroft Global Development, ubicado cerca del aeropuerto de Mogadiscio.

Su recinto de 7,62 x 7,62 metros, bajo un bosquecillo de árboles de acacias, estaba rodeado por una malla de acero del tipo de las que se utilizan normalmente en paredes a prueba de explosiones; un criadero de perros de madera en la esquina les protegía de las lluvias tropicales ocasionales.

Su cuidador, que no ha querido que citemos su nombre, era un entrenador de perros de Sudáfrica que trabaja con el equipo de asesores de seguridad de Bancroft en Mogadiscio. La semana pasada acompañó a los leones que estaban a su cargo hasta Uganda, desde donde fueron trasladados en avión a Sudáfrica.

Sus manos y antebrazos están cubiertos de cortes y rasguños de cuando los leones se enzarzaban- por lo general Grumpy tenía la culpa o simplemente cuando eran demasiado efusivos en sus juegos.

“Ellos simplemente cayeron en nuestras manos” dice a nuestra publicación. “Nadie más estaba capacitado para cuidar de ellos, por lo que nos los llevamos. Nos hemos hecho cargo de alimentarles y de suministrarles antibióticos para mantenerles saludables. No es lo mismo que cuidar perros o gatos”.

Cuando llegaron por primera vez, los cachorros de león eran tan pequeños como gatitos, y fueron alimentados con una mezcla de huevos, carne y leche. Ellos han crecido rápidamente. Al final de su estancia en Mogadiscio se comían una cabra entera cada día.

Recientemente, un veterinario voló desde Uganda para realizar un chequeo médico a los animales, tomar muestras de sangre, suministrarles vacunas y ponerles un microchip para prepararles para su esperada “exportación” a la reserva de casa de Sudáfrica.

Los residentes y visitantes del recinto de Bancroft en Mogadiscio, dicen que echarán de menos a los cachorros, pero no hay duda de que tendrán una vida más feliz –y segura- fuera de Somalia.



Fuente: La Información

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