Dr. Daniel Heller |
"Fue todo una tremenda improvisación, una locura"
A Daniel Heller todavía le duran la perplejidad y la bronca. Este colega de 55 años, que hace 26 tiene un importante centro de veterinaria en Barracas, recibió a El Cronista Veterinario para contarle qué pasó con el fallido Hospital público. Con "honestidad brutal", no se guardó ninguna crítica ni autocrítica. Acá va la entrevista.
ECV: ¿Cómo se involucró en el proyecto del hospital público de veterinaria?
DH: Hace un año y medio, cuando volví de vacaciones, me encontré con que a la vuelta de mi clínica estaban empezando a construir el hospital. "Es una locura", me dije, y empecé a averiguar. Allí me enteré de que estaban haciendo un establecimiento que incluiría salones de peluquería, cirugía, de todo, y que lo iban a manejar las protectoras. Iba a hundir a todos los veterinarios de Barracas y alrededores. También me enteré que quién estaba dirigiendo la construcción era el Sr. Mele, de MAPA, que sin ser veterinario decía qué instalaciones había que hacer o no. Todo había surgido porque Raúl Portal y otras protectoras habían presionado a Telerman, que estaba en campaña electoral.
ECV: ¿Qué hizo entonces?
DH: Me metí para ver si lograba frenar la construcción, pero no pude. Intenté alertar a otros veterinarios, pero no tuve respuestas, me fue imposible unirlos.
ECV: Pero si estaba en contra del hospital, ¿cómo terminó siendo su director?
DH: Debo reconocer que fue una decisión medio suicida. Como no pude frenar la construcción, intenté que al menos se convirtiera en un servicio de atención primaria, no en una clínica integral. Además, y dado que al edificio lo estaban haciendo igual, empecé a asesorar la construcción para que al menos la hicieran un poco mejor. Por ejemplo, habían construido una sala de radiología donde no entraba un equipo de Rx. También me metí porque no quería que el lugar quedara en manos de algún arribista, que usara el edificio como clínica privada o como guardería de animales vagabundos. Si eso pasaba, ¿después cómo los sacábamos de allí? Además de veterinario, yo también soy vecino del barrio, y no quería un depósito de perros abandonados allí.
ECV: ¿Pero cómo fue que lo nombraron director?
DH: Raúl Portal, uno de los que más había presionado para que se construyera el servicio, vino a ver el edificio. Ahí se dio cuenta que lo que estaban haciendo era mucho más que una salita de salud. "Con esto te maté", me dijo, se dio cuenta de lo que estaba pasando. Entonces él me propuso como director, para que al menos hubiera un veterinario que controlara las cosas. De hecho, hoy con Portal somos amigos. Es un hombre que tiene buena voluntad y realmente se interesa por las mascotas, no es como muchos piensan.
ECV: ¿Qué le decía el Gobierno porteño?
DH: Hubo una tremenda improvisación. Me dijeron que armara un equipo para hacer atención primaria. Contratamos a cuatro veterinarios. El Dr. Carlos Fosca ya trabajaba conmigo en mi clínica, y los doctores Miriam Pérez, Marcela Katz y Laura Martínez vinieron de afuera, de la bolsa de trabajo del Consejo Profesional. Pero en seguida me di cuenta de que iba a tener que limpiar los platos de la fiesta. No había equipamiento ni elementos de trabajo. El lugar era una cáscara. No teníamos presupuesto para nada, yo tuve que poner plata de mi bolsillo y hasta traje animales a mi clínica para hacerles placas o algún tratamiento. Me tuve que bancar que algunos dijeran que estaba aprovechando la situación a mi favor.
ECV: ¿Qué tanto funcionó el Hospital?
DH: Venían unas 15 personas por día, pero no eran carenciados. Si la gente no tiene plata, tampoco la tendría para pagar un remís y traerlo hasta Barracas. Por eso el proyecto era una locura. En definitiva, la gente que venía eran personas de clase media, que se acercaban porque no querían pagar. De hecho, hasta vino gente desde Puerto Madero en camionetas 4x4 importadas, con cuatro perros, y preguntaban si los vacunábamos gratis, porque si había que pagar se iban. También vino gente desde Belgrano a vacunar a sus perros contra el moquillo...¡se vinieron desde Belgrano para no pagar una vacuna!
ECV: A todo esto, ¿qué hacían las protectoras?
DH: Jamás mandaron un animal. Nunca me dieron una mano con nada. Sólo me prometían ayudarme con el buffet, con el servicio de peluquería, con la concesión de la farmacia...
ECV: ¿Por qué terminó cerrando el servicio?
DH: Porque no había más plata. Los veterinarios que trabajaban conmigo aún no cobraron sus sueldos, todavía estamos peleando para que les paguen. En ese marco, dejaron de trabajar, lógicamente.
ECV: ¿Qué le dijo el actual Gobierno?
DH: Si bien todavía no pagaron los sueldos, parece gente seria. Por lo pronto, me garantizaron que el edificio lo usarán para otra cosa. No pueden creer lo que se hizo, reconocieron que todo fue un disparate.
ECV: En todo este proceso, ¿qué actitud tuvieron sus colegas?, ¿lo ayudaron en algo?
DH: El Consejo Profesional tardó en reaccionar, pero después sí se metió en el tema. Algunos colegas me llamaron para solidarizarse. Pero en general no tuve mucha ayuda. A muchos veterinarios de esta zona pareció no importarles lo que pasaba. Y los veterinarios de otros barrios no reaccionaron, no se dieron cuenta de que era algo que nos afectaba a todos y que podía sentar un precedente.
ECV: ¿Qué conclusiones saca de lo que pasó?
DH: Que la política tiene un grado enorme de improvisación, que todavía me asombra. Que si yo no me metía, no se iba a meter ningún veterinario y no sabemos qué hubiera pasado, tal vez el hospital caía en manos de algún oportunista. Que con el cambio de Gobierno me quedé totalmente solo. Que si no me metía hubiera tenido que cerrar mi clínica y echar gente. En definitiva, fue todo una locura.
Para graficar aún más la situación, un último ejemplo. El Dr. Heller le ofreció a El Cronista Veterinario entrar al Hospital a sacar fotos. Nos acercamos, pero no estaba el efectivo de seguridad privada con las llaves. Ni siquiera el director del Hospital pudo ingresar.
Fuente: http://www.ecvet.org/index.php?option=com_content&task=view&id=762&Itemid=192
1 comentario:
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