martes, 17 de julio de 2012

Denuncian pesca ilegal de tiburones pese a ser Honduras un santuario

ROATÁN, Islas de la Bahía.- El multicolor banco de arrecifes coralinos Cordelia, un arcoíris de diferentes especies de fauna marina, alberga colonias de selacios y su declaratoria como “sitio de importancia para la vida silvestre” ha puesto al descubierto que en ciertos lugares del país sigue la pesca ilegal, aunque Honduras sea ahora un Santuario Bioceánico de Tiburones.


IMPORTANCIA. Vista aérea del banco
de arrecifes coralinos Cordelia,
declarado “zona de importancia
para la vida silvestre”,
frente a la costa sur de Roatán,
Islas de la Bahía.

Frente a las costas del sur de esta espectacular isla, destino geoturístico por excelencia, Cordelia o la “joya del mar”, con un 70 por ciento de la mayor cobertura de coral vivo acropora cervicornis o cuernos de venado y ramificados del Caribe, constituye un hábitat para una amplia biodiversidad, como peces pequeños y grandes, incluso los tiburones, los “leones del mar” que contribuyen en gran manera a preservar el equilibrio del ecosistema.

La alerta sobre la pesca ilegal de los selacios en Honduras surgió, precisamente, durante la celebración de la declaratoria de Cordelia como zona protegida por parte del Instituto de Conservación Forestal (ICF), el sábado anterior, en Coxen Hole. Los actos organizados por entidades ecologistas, entre ellas la Alianza para la Protección de los Arrecifes Coralinos (Coral) y Arrecifes Saludables para la Gente Saludable, incluyeron un conversatorio con periodistas extranjeros y nacionales y algunos delegados de comunidades pesqueras.

LIBERACIÓN.
El oceanólogo mexicano Giacomo Palavicini
participó en la liberación de selacios,
con la cual el Presidente Porfirio Lobo Sosa
declaró el Santuario Bioceánico de Tiburones
en Honduras, en 2011.
CONSERVAR LOS TIBURONES

El oceanólogo mexicano Giacomo Palavicini, residente en Roatán y que dirige el Proyecto Legado del Tiburón para la zona del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), con gran interés en Cordelia, había alertado el jueves anterior, en una jornada en la residencia de Jenny Myton (Coral), en West End, sobre los riesgos que enfrentan las colonias de selacios, entre ellos la pesca ilegal solo para obtener aletas y cocinar una sopa que no tiene ningún valor nutricional.

De cara a la celebración, el 8 de junio próximo, del Día Mundial de los Océanos, los especialistas resaltan que los tiburones son importantes porque se ubican en la escala superior de la cadena alimenticia y ayudan a mantener el equilibrio de los ecosistemas, ya que no permiten la sobrepoblación de especies, además de que tienen un alto valor para el turismo de buceo.

“Un tiburón muerto puede valer hasta 200 dólares, pero vivo deja 47,000 dólares al año por el turismo de buceo, porque en promedio 12 personas se sumergen al día para nadar a su lado”, según estudios de valorización elaborados por universidades y centros de buceo, precisó Palavicini, un apasionado estudioso y conservacionista de estos formidables animales marinos.

Un paseo en bote fondo de vidrio o a bordo de un submarino, así como las sumersiones con “snorkeles” o tanques de oxígeno, por las profundidades del maravilloso mundo marino de Cordelia, tocan los corazones y llaman a la reflexión sobre la importancia de proteger y conservar a esta especie en peligro crítico de extinción.


CONTROL BIOLÓGICO.
Debido a la invasión del pez león
en las aguas de Islas de la Bahía,
las organizaciones ecologistas
están enseñando a los tiburones a comerlos.

El terrible contraste denota la gran importancia ecológica y turística que revisten los “leones del mar”, ya que pese a su rol preponderante en la conservación de los ecosistemas, cada año son sacrificados 73 millones de ejemplares en el mundo, sobre todo para obtener sus aletas, aunque también se comercializa su carne en menor medida, falsamente como cecina de pescado.

Entre los riesgos para el hábitat, igualmente figuran el anclaje y el encallamiento de embarcaciones por falta de datos batimétricos que permitan marcar canales de navegación, como también la pesca sin regulación adecuada y es necesario educar y socializar sobre la importancia de los tiburones.




TRABAJO CON COMUNIDADES

Palavicini destacó, que gracias al trabajo con las comunidades para proteger el arrecife y su futuro turístico y económico, se ha logrado la colocación de boyas para orientar a los pescadores, se hacen patrullajes desde los sitios nuevos a los refugios de piratas y se han conformado canales de navegación lejanos a las áreas núcleo y proteger las zonas bajas.

El experto instó a los dueños de hoteles y grandes embarcaciones a que donen materiales y dinero para la adquisición y colocación de boyas y otras tareas orientadas a la protección y conservación de los tiburones. Un proyecto en marcha es el marcaje de ejemplares, para determinar si hay relación entre los que habitan Cordelia y sitios adyacentes con los de otros lugares del SAM, como Belice y México.

En estos esfuerzos participan hoteles, el Comité por Cordelia, Parque Marino de Roatán, Coral, Arrecifes Saludables, la Asociación para la Conservación de las Islas de la Bahía (Bica) y los rotarios, entre otras organizaciones.

La gerente de Coral, Jenny Myton, corroboró que a la par de proteger a los tiburones es urgente asegurar la perpetuidad de los demás elementos que conforman el hábitat de los arrecifes coralinos, como los peces herbívoros que se comen las macroalgas que ahogan a los pólipos del coral.

COMBATE AL PEZ LEÓN

También ha surgido un nuevo peligro para la vida marina y se trata del pez león que fue avistado por primera vez en el Sistema Arrecifal Mesomericano en 2008 y que, según los expertos, llegó a estas aguas porque antiguos propietarios de acuarios los lanzaron a sistemas de drenaje y un huracán terminó llevándolos al Caribe, desde Estados Unidos, hasta donde lo habían llevado del Indo Pacífico para exhibición en peceras.

El riesgo de un desequilibrio ecológico es porque el pez león no tiene depredador natural, por poseer espinas venenosas y comerse los juveniles de diferentes especies, entre ellos los herbívoros, como los peces lora, diadema y cirujanos.

Es por eso que ahora los buzos de las organizaciones ecologistas de Islas de la Bahía están enseñando a los tiburones a comer el pez león, ya que por no ser nativo de estas aguas no lo conocían.


CONTROL BIOLÓGICO.
Debido a la invasión del pez león
en las aguas de Islas de la Bahía,
las organizaciones ecologistas
están enseñando a los tiburones a comerlos.

Se ha confirmado que los selacios se lo están comiendo, si bien hacen falta otros esfuerzos para contrarrestar sus colonias, ya que el pez león pone 30,000 huevos cada tres días y actualmente estudiantes de biología marina de la Universidad de Ohio (Estados Unidos) realizan un estudio de las densidades de población del terrible invasor.

La pesca del pez león con arpón también es incentivada, igual que su compra y venta entre el Parque Marino de Roatán, pescadores y los dueños de restaurantes, al punto que el proyecto de Guía Responsable de Comidas Marinas, que dirige la experta Christie Etche, lo tiene ubicado en primer lugar de los platillos gourmet a degustar.

El proyecto de Guía Responsable de Comidas Marinas, a la cual se suscriben de forma voluntaria los restaurantes, proscribe la venta de platillos a base de carne de tiburón, tortuga marina y peces herbívoros, además de tener en lista de precaución al camarón, la langosta (según vedas) y la barracuda, entre otros.

LA DENUNCIA

En medio de la celebración, de la declaratoria de Cordelia como “zona de importancia para la vida silvestre”, surgió la alerta de parte de algunos representantes de comunidades pesqueras, que denunciaron que todavía siguen pescando de forma ilegal los tiburones en la región de Brus Laguna, La Mosquitia, Gracias a Dios y la isla de Santa Elena, en el archipiélago de Islas de la Bahía.

La noticia se convirtió en una gran alarma para los directivos de entidades ecologistas, como Maximiliano Bello, del Programa Global para la Conservación de los Tiburones, quien el jueves había participado en Tegucigalpa, con el Presidente Porfirio Lobo Sosa y Steve Box, del Centro de Ecología Marina, en la quema de más de 200 aletas, de 184 ejemplares, para simbolizar que Honduras es desde hace un año un Santuario Bioceánico de Tiburones.

Los participantes, incluyendo autoridades del ICF, prometieron hacer esfuerzos por investigar la denuncia y tomar acciones al respecto. La preocupación es grande porque los tiburones tardan 18 años en tener sus primeras tres crías y en el mundo solo hay santuarios en Palau, Honduras, las islas Maldivas, en las costas de Estados Unidos y la isla de Hawai. Por: Luis Alonso Grádiz M.

Fuente: La Tribuna



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