domingo, 3 de junio de 2012

¿Específico de lo humano? Por Carlos Bolivar


¿Qué es lo específico del ser humano? ¿Qué es aquello que nos diferencia de los animales? En filosofía, teología y ciencias sociales estos interrogantes no son nuevos, lo que si resulta novedoso es el aporte empírico y crítico de la actual Paleoantropología y Ecoetología (Coppens y Picq) sobre las tradicionales respuestas antropocéntricas, en las cuales se afirma que somos superiores por características como la conciencia de sí, la capacidad de representación mental, la fabricación de herramientas, los sentimientos morales, la organización socio sexual  y el lenguaje, entre otras.

Las disciplinas mencionadas muestran resultados de estudios de campo con nuestros parientes más próximos, los grandes monos, que si bien no son concluyentes sí permiten poner en tela de juicio las supuestas particularidades humanas. Para empezar, existen chimpancés y orangutanes capaces de reconocerse en el espejo y, los primeros, preparan con anticipación a su uso instrumentos precisos en longitud y diámetro para capturar insectos en sus madrigueras, extraer miel de panales o árboles y sesos de los cráneos. Además, algunos macacos japoneses no sólo lavan ciertas batatas con agua dulce sino que, antes de ingerirlas, las impregnan de agua marina para obtener un mejor gusto. Todos estos comportamientos sugieren conciencia de sí, capacidad de representación mental, anticipación de la acción y enseñanza de los adultos a los jóvenes.

Nuestros primos peludos también dan ejemplo de sentimientos morales positivos relacionados con auxiliar a un par en peligro, compadecerse por otro mal herido y cercano a la muerte o lamentar la pérdida de sus crías. Y, para hacer más borrosa la frontera entre lo humano y lo animal, expresan acciones morales negativas, como la venganza, el infanticidio de los hijos ajenos en beneficio de la prole o la guerra contra grupos de extraños. En cuanto al lenguaje, en unos monos se documenta el uso de tres diferentes gritos para advertir la llegada de depredadores distintos, lo cual indica simbolización.

La organización y el comportamiento socio sexual entre nuestra parentela “salvaje” no distan mucho de lo que hacemos. Contra lo que se cree, ellos pueden copular de frente, practicar el sexo oral, homosexual y la masturbación, lo que permite suponer un gusto erótico y no actuaciones exclusivamente reproductivas. Adicionemos que también lo hacen por otros intereses, como evitar un conflicto o asegurar protección y sus organizaciones pueden ser variadas: monógamas (gibones), poligámicas (gorila) y poliándricas (chimpancé).

Así que los invito a reflexionar con modestia sobre la creencia de que somos superiores a los animales y a repensar que, sin ser iguales, sí tenemos mucho de animalidad y ellos demasiada humanidad. Por eso comparto la propuesta de ciertos intelectuales que proponen extender los derechos humanos, al menos, a nuestros inquietantes familiares cercanos: los grandes monos.
*Docente Usco- Crecer

Fuente: faunacolombia.org

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